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6 de noviembre de 2013

Ciclo de cine de animación (10) 'Head over heels', de Timothy Reckart



El Corto Del Mes - Head over heels

Timothy Reckart (2012) Gran Bretaña

Nueva muestra del espléndido nivel al que nos tiene acostumbrados la animación británica, esta preciosa claymation describe las relaciones de pareja erosionadas por el tiempo de un modo, como puede verse, único. 

Lo dijo Wong Kar Wai en los superprincipios de los dosmiles: el ser humano, por definición, está deseando amar. En Head over heels empezamos con un señor X que tiene los pies en el suelo y la cabeza le tiende al techo como parecería lo normal. Se levanta de la cama y se lava ritualmente los dientes como podría hacerlo un viudo o un señor soltero por el que pasaron los años… si no fuera porque en su techo, en una realidad paralela de la que el señor X no puede o no quiere librarse, vive cabeza abajo la señora X. La señora X tiene los pies en el techo del señor X y la cabeza la tiende al suelo del señor X. En “su parte”, la señora X goza de su propia gravedad independiente: tiene su armario de los zapatos, su parte de la cocina perfectamente funcional y todo lo necesario tras una muda y salvajemente fría separación de bienes consistente en “boca arriba es para ti; boca abajo para mí”. La casa está escriturada probablemente a nombre de los dos, pero en universos diferentes de gravedades contrarias. Con este arreglo, el señor y la señora X no se hablan, es cierto, pero tampoco se pierden de vista un solo momento. Cortázar hubiera adorado la imagen, hubiera dicho que andaban sin buscarse pero sabiendo que andaban para encontrarse. Y de hecho lo dijo. (...) 

(...) Timothy Reckart cuenta esta bonita historia de mujer-hombre, arriba-abajo mediante esa rotunda imagen de gravedades opuestas y con la que en un solo segundo se entiende la esencia de la espinosa fase 3 del amor con total claridad. Y luego, como si del mismo proceso laborioso y pensadísimo de la plastilina se tratara, va llevando poco a poco a sus personajes a la solución de su enorme problema. Ellos, como los dedos del creador al modelarlos, van elaborando poco a poco el camino de su reconciliación. Iluminados por esa luz medio crepuscular tan propia de la plastilina, el señor y la señora X llegan a un nuevo planeta desconocido, el de su nuevo amor posterior al “Amor”. Allí, con torpeza y humanidad plastinoide (que puede ser aplastada y remodelada en todo momento) habrán de rehacer su relación sumida en ruinas, como en ruinas están las zapatillas de bailarina de la señora X. Allí habrá de desafiar el señor X las leyes de la naturaleza clavando zapatos en el techo de su señora para que ésta pueda echarle una ojeada a su realidad contraria. Allí habrán de idear nuevos modos con los que traspasar los infiernos del amor después del amor para llegar a darse cuenta que, como humanos modelados en plastilina, no son sólo capaces de “Amar” en pasivo, sino que son además capaces de la gran heroicidad que supone reinventarse el amor. Porque así pasen 20 años y así esté uno hecho de plastilina, el ser humano siempre estará deseando amar.